4 de diciembre de 2007

SÓLO PARA OCHENTEROS


HOLA OCHENTEROS

Primero que todo quiero saludarles y regalarles a todos mis amigos ochenteros estas palabras, estos recuerdos, que sin lugar a dudas hará revivir momentos agradables y otros no tantos, retrocediendo en el tiempo, volviendo sin querer a esa década que marcó muy fuertemente a muchos jóvenes y adolescentes de ese tiempo, el tiempo de los ochenta, esa hermosa década que marcó modas, estilos, formas de vida, personalidades propias, una generación emergente, toda vez que eran los últimos años de la dictadura militar, los jóvenes en ese tiempo estábamos dispuestos a romper con el temor, con el miedo, queríamos demostrarles al mundo adulto que éramos diferentes, nuestra osadía ratificaría nuestra forma de vida, una mezcla entre nuestro peculiar vestir, nuestra música de entonces, nuestros pensamientos críticos, en fin, un innumerable abanico de maneras y formas de vida que esa década marcó en nuestras vidas.


Había un grupo de jóvenes adultos que estaba retomando una moda inconclusa de principios de los setenta, antes del golpe militar, las canciones de protestas, las peñas, el guitarreo, Silvio Rodríguez, Victor Jara, Inti Illimani, Illapu, Quilapayun. Ese grupo de jóvenes adultos, que volvía a encantarse en los ochentas, toda vez que el temor, poco a poco, estaba desapareciendo. Era necesario retomar el canto nuevo, el canto popular; si bien es cierto ya eran treintones, tenían la necesidad de retomar lo quebrado por la dictadura, había que dejarlos ser, en buena onda lo digo, además que muchos de los jóvenes y adolescentes de los ochenta gustaban también de esa onda, de ese tipo de música, de ir a las protestas, a las marchas, a gritar contra el sistema gubernamental imperante, en fin no es mi ánimo profundizar en el antagonismo que había en contra del gobierno militar y en contra de Pinochet, eso lo dejaré para otra oportunidad, lo que me lleva a escribir en estos momentos, es ahondar en la moda, en la música de la juventud de esa década, desde la ropa amasada, pasando por los zapatos pluma, el chaleco pingüino, los jeans nevados, el rock latino, la música anglo de entonces, las chasquillas en los peinados de las mujeres, el estilo de peinado de los varones, a lo Gustavo Cerati, en fin recordar bonitos y hermosos momentos, bien es sabido además que muchos de nosotros jamás volvería a usar algo de esa moda, toda vez que al recordarla o al mirar fotografías de la época, nos ridiculizamos, nos da vergüenza, pero en fin en ese tiempo era la moda, moda que disfrutamos a concho.


De la moda de ese entonces podrías escribir hojas y hojas, pero me detendré y mencionaré algunos de ellos, entonces les propongo que vistamos y peinemos a un joven de los ochenta: primero su buen peinado, onda Soda Stereo, a lo Gustavo Cerati, bien abultado en la mollera, y en los costados o sea arriba de la sien, bien engominado y peinado hacia atrás, camisa amasada color celeste fuerte con tres botones superiores sin abrochar, jeans nevado con basta ajustada y dobladita hacia arriba mostrando los calcetines blancos, zapatos tipo pluma con cordones de cuerina. En el caso de una mujer ochentera, tendríamos que peinarla muy bien, con chasquillas tipo palmera, chaqueta de mezclilla nevada con hombreras, una falda no tan mini también nevada y con botas blancas.


Dejando el “leseo” de lado, esa era la vestimenta, bueno era la moda, en definitiva éramos víctimas de la moda, pero muy felices.


Difícil recordar los 80 sin poner cara de arrepentimiento cuando visualizamos lo que usábamos para vestir. Mientras ellas usaban chaquetas cortas con hombreras muy prominentes y flecos, blusas con cuello bote, calzas de lycra y cinturones anchos de cuerina con adornos de metal grandes y pesados; ellos exhibían pantalones grandes de tela amasada extrañamente ajustados y arremangados en su basta, con zapatos tipo mocasín marca Pluma de color negro acompañados de calcetines blancos. Era común ver en ambos sexos accesorios como suspensores, jardineras, lentes de espejo o Ray Ban, añadiduras de tela a los costados de los pantalones y alpargatas Iberia. La ropa 'nevada' fue otra de las características del vestuario, si no existían los medios para comprarlos, un buen algodón con cloro creaba el mismo efecto, y otros tomaban el jeans lo estrujaban estando seco y lo introducían a una tinaja con harto cloro para luego sacarlo, destrujarlo y colgarlo por algunas horas en el tendedero.


Otra moda en las mujeres fue el exceso de maquillaje, en algunas el “estuco” era muy exagerado, pero era la moda. Y sus características chasquillas (flequillos o copetes) que fueron mutando, desde la ordenada y simple al principio, hasta unas colosales antenas parabólicas de tres pisos ya casi acercándose a los 90s. Las de cabello más rebelde o crespo optaban por el desorden, pero el intento de chasquilla prevalecía mostrando una especie de muñón de pelo mutilado, endurecido a son de litros de laca. Los varones se paseaban entre el peinado con partidura (raya) al medio y el corte de pelo tipo garzón o más conocido como hongo. En los 80s las manos en el pelo reemplazaron a las peinetas de los 70s. Muchos, inspirados por grupos musicales de entonces.En Chile el Rock Latino imperaba producto del cierre del ingreso de ‘mercadería’ norteamericana y a pesar del nombre incluía mayoritariamente grupos chilenos y argentinos. Bandas como Los Prisioneros, Enanitos Verdes, GIT, Valija Diplomática, Nadie, QEP, Virus, sumados a Fito Paez, Charly García, Miguel Mateos, Mecano, Magneto, Hombres G, Sui Generi, etc… hacían remecer a nuestra juventud con sus letras llenas de protesta, realidad, alegría y desenfreno.

Una sutil apertura al exterior trajo nombres como Debbie Gibson, Tiffany, Maddona, Paula Abdul, NKTB, Phill Collins, INXS, Duran Duran, George Michael, A-HA, Roxette, etc… quienes nos despertaron el gusto por la música pop. Europe, Poison, Bon Jovi y Guns & Roses nos mostraban el lado glam del rock, con baladas duras y estridentes melodías, todo lleno de imponentes melenas dignas de un león en celo.


Para una década que intentaba manejarse dentro de los límites que imponía el régimen militar, las fiestas se realizaban sólo en colegios. Común era en ese entonces ir a los malones solo de 20.00 a 24.00 hrs. Varios focos de colores metidos dentro de tarros de leche en polvo pintados de negro, una y solo una luz estereoscópica y la inentendible costumbre de los asistentes que formaban, en estricto orden, una línea para hombres y otra para mujeres mientras bailaban simulando tocar guitarra o batería, hacían de los fines de semana la única entretención nocturna. A la hora de los lentos (baladas), la pista se desocupaba casi por completo y las parejas que quedaban se mecían de lado a lado y en círculo, bailando en un abrazo que dejaba cerca de 30 cms de separación de un cuerpo con otro, mientras el resto de los participantes aprovechaba el receso para ir por papas fritas y una bebida Free (puajjj!). Todo bajo el estricto control de apoderados, profesores e inspectores que rondaban la cancha. Pero también, ya a mediados y a fines de los ochentas, estaban las fiestas en las casas, siempre entre el grupo de amigos existía una mamá buena onda que prestaba la casa para realizar la fiesta, estas eran sin invitación, solo se corría la voz y al llegar la noche empesaban a llegar un montón de especimenes de todo tipo, los que le hacían al break dance, los de estilo de rock latino, los bien peinaditos y bien vestidos, los desordenados para vestirse, los piolitas, etc. Tengo que dejar en claro que a la mamá del amigo que prestaba la casa no le decíamos tía, solo vecina o señora tanto, nada más, es que no era la hermana de mi papá o mi mamá para llamarle tía, digo yo.


Por otro lado podemos decir que la década de los ochentas fue el inicio y la actualización de varios de los artefactos que conocemos hoy. El cassette reemplazó a los discos, donde podíamos incluso piratear la música de la radio y grabar nuestras voces.

El computador llegaba a nuestros hogares en formato Atari, pesados armatostes que servían solo para jugar e incluían cartuchos que se enchufaban en el teclado y demoraban varios minutos y hasta horas en cargar para jugar Pac-man, ayudar a una cuadrada rana a cruzar una calle atestada de vehículos o huir de unos autos que nos perseguían en un laberinto. Todos estos juegos estaban acompañados de una estridente música. Como olvidar la maravillosa posibilidad de grabar nuestros programas de TV favoritos en formato Betamax.


Nada distingue mejor a una década de otra que el lenguaje y en los 80s este fue notoriamente diferente al de las anteriores. Fue en este período que nació el ‘cachai’ y se hizo verbo el ‘weón’, las mujeres fueron ‘palomas’ y se hizo costumbre el ‘taquillar’ para ser, parecer o pasarlo ‘grosso’. Si no nos gustaba alguien, pues le dábamos 'filo' y punto.


Cuando aún no existía la televisión por cable ni Internet, cada país batalló con su propia programación. Clásicos en Chile son ‘El festival de la Una’ donde los concursos llevaban de premio una Sabrosalsa Deyco o el gran premio de una guitarra tizona o un poncho lindo, el invitado internacional era Pablito Ruiz y sus secciones eran tan escalofriantes como ‘Su sueño por un día’, donde sentaban a una dueña de casa en un trono de mimbre adornado con cintas y flores de papel higiénico blanco para cumplir el sueño de conocer a algún cantante o darle un beso al animador. Como olvidar al Jappening con Ja, Marta a las 8, Bellas y audaces, Sábado taquilla, La Madrastra, Más música, Dallas, Magnetoscopio Musical, etc…

Los 80s se han convertido en una década kitch de culto, donde los colores, la música y los gustos se mezclaron en imperfecta sincronía para generar un baúl de recuerdos en común. A partir de ella se dividen las tendencias y dan paso a los 90s y su búsqueda de la identidad en el vestir y el actuar.


No fue mi ánimo aburrirlos, quise, solamente, robar un pedasito de vuestros tiempos para recordar, sonreir y decir que vivimos una época muy rica, muy exquisita que no volverá. Cuando se dice que todo tiempo pasado fue mejor, pienso que en este caso se justifica, la década de los ochentas marco un hito, me marcó a mi, soy un nostálgico ochentero…… gracias


Con cariño para ustedes,

PEDRO ECHENIQUE TORRICO.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Pedro desde aca de la septima region te saludo muy bueno tu blog y se notasimple vista que eres un iquiquieño de corazon bueno el que conoce esa tierra la quiere sobre todo si sus raices estuvieron ahi


Saludo
Juan Pinto Dote

Anónimo dijo...

hola compadrichi..............
un fuerte abrazo para ti y tu familia de este sureño que un día llego a Iquique y ahora se encuentra en esta ciudad llamada San Antonio............
Nos vemos en el verano en el norte